Lacrimosa: Devoción gótica y emoción sin traducción en el Teatro Flores
El Teatro Flores se vistió de negro para recibir nuevamente a Lacrimosa, ese dúo eterno que supo tejer con música las emociones más profundas del alma gótica. Esta vez fue en el marco de la gira de Lament, su flamante nuevo disco y cierre de la trilogía iniciada con Testimonium (2017) y Leidenschaft (2021), que conmemora los 35 años de una carrera marcada por la oscuridad, el amor y la belleza decadente.
La noche arrancó con Inazulina, banda nacional ya querida por los seguidores de Tilo y Anne, que supieron encender la llama con una puesta sólida, destacando “My Diamond Ocean” como joya del set.
Pero cuando las luces bajaron y comenzó a sonar el “Lacrimosa Theme”, todo se volvió suspiro contenido. Pequeño delay técnico, tensión en el aire… hasta que por fin, el telón se abrió y sonó “Ich Bin Der Brennende Komet”. El hechizo comenzó.
Con clásicos como “Durch Nacht Und Flut”, “Alleine Zu Zweit”, y perlas como “Schakal” y “Stolzes Herz”, la noche se convirtió en un ritual. Hubo espacio también para temas menos transitados como “Rote Sinfonie”, y hasta el estreno absoluto de “Metamorphobia”, que dejó a más de uno flotando entre acordes.
Tilo, teatral y cálido, se mostró cercano, juguetón incluso, rompiendo todo prejuicio sobre la “frialdad alemana”. Anne, como siempre, irradiando ese aura etérea desde su rincón encantado.
Más que un show, fue una ceremonia donde la banda y el público se entendieron en un lenguaje propio. Un pacto silencioso de belleza sombría, lágrimas sinceras y poesía hecha sonido.
A esta altura, el vínculo entre Lacrimosa y su gente en Argentina no necesita explicación. Es algo que se siente, que se vive… y que, como la buena oscuridad, siempre vuelve.
Agradecemos a Gaby Sisti y a NWM Productions y a Los Teatros Producciones.
PH: Ivy