Tecnópolis ardió: leyendas del metal, emociones y un final inesperado
El sábado 26 de abril Tecnópolis fue el punto de encuentro para miles de metaleros que coparon el predio con toda la ilusión de vivir una jornada épica. Y si bien el festival Master of Rock cumplió en muchos aspectos, también dejó sabor agridulce por algunas cosas que llamaron la atención. y la inesperada baja de uno de sus platos fuertes: Scorpions. La comida estaba carísima, el merchandising también. ¿Y el Campo VIP? ¿En serio? ¿Desde cuándo el heavy metal necesita dividir al público con pulseritas? Toda la vida nos jactamos de ser una comunidad sin barreras. Acá eso se rompió un poco.
Desde temprano, el desafío fue la extensa caminata desde el acceso de General Paz hasta los escenarios mellizos, donde las primeras bandas locales comenzaron a darle calor a una jornada soleada: Renzo Leali, La Carga, Tándem y Against abrieron el fuego entre las 13 y 14 hs. Llegué para el cierre de Entre el Cielo y el Infierno, se sentía ya en el aire el entusiasmo de los fanáticos, y luego Horcas descargando un set lleno de clásicos y temas de su último disco, dejando la vara bien alta para el resto de la tarde. Para el cierre de la parte local On Off con una propuesta diferente bajo un poco el cambio para lo que vendría.


A las 15:35 en punto, los suecos de Opeth dieron el puntapié internacional. Con su ya clásico equilibrio entre técnica y profundidad, ofrecieron un show preciso, poderoso y con mucho humor por parte de su vocalista, Mikael Åkerfeldt, quien bromeó sobre el calor y el país (“Hola Paraguay… mentira, sé dónde estoy”) y hasta tiró chistes sobre cómo lo llaman en distintas regiones: “Peluca” o “Miguelito” que fue el favorito local. La conexión con el público fue tal que fué la única banda en hacer un side show exclusivo en el Teatro Rivadavia, donde el ambiente íntimo permitió disfrutar aún más su propuesta progresiva y su humor ácido.

A continuación, Queensrÿche se adueñó del escenario con una performance impecable. Con una formación afilada y la voz impecable de Todd LaTorre, el grupo desplegó clásicos como “Queen of the Reich”, “Operation: Mindcrime” y “Eyes of a Stranger”, con un sonido impecable y una actitud poderosa. Hubo momentos de nostalgia y emoción, especialmente con “Silent Lucidity”, primera vez tocada en el tour sudamericano y obviamente coreada con devoción por toda la audiencia.

Uno de los puntos más altos de la tarde, a esta altura, llegó con la primera visita de Savatage a nuestro país. La espera de décadas fue recompensada con creces: el set fue una montaña rusa de emociones, técnica y potencia. Temas como “Jesus Saves”, “Handful of Rain” y “Chance” sacaron a relucir la esencia dramática y teatral de la banda, mientras que la poderosa “Hall of the Mountain King” fue el broche de oro para un show histórico. La emoción se sentía en el aire: más que un recital, fue un reencuentro largamente anhelado, muchos fanáticos esperaban por décadas la venida de esta banda.

Ya entrada la noche, Europe trajo carisma y una buena dosis de nostalgia. Joey Tempest, tan simpático como siempre, dejó su huella con frases bien argentas —”la con** de la lora”— y canciones eternas como “Carrie” y “Rock the Night”. Uno de los grandes momentos fue cuando interpretaron “Superstitious” e incluyeron un fragmento del clásico “Here I Go Again” de Whitesnake, encendiendo al público con un guiño que nadie esperaba. El cierre con “The Final Countdown” incluyó un instante muy especial: Fredrik Åkesson, guitarrista de Opeth, subió al escenario para compartir el solo junto a John Norum.

El cierre de la jornada fue tan inesperado como espectacular. La baja de Scorpions generó preocupación en muchos, algunos de ellos se fueron del predio, salió un comunicado: Klaus Meine, su cantante, fue hospitalizado por un virus que le afectó la garganta. La banda lamentó no poder tocar y prometió volver, pero el golpe fue fuerte. Muchos habían ido especialmente por ellos. Un bajón.
Y ahí aparecieron los héroes de la noche. Judas Priest se cargó el festival al hombro y metió un set extendido de casi dos horas.. Con un despliegue de luces impresionante y una banda en plena forma, Rob Halford, está intacto. Cantó, se cambió mil veces de campera, se subió a la moto y cerró con todo, volvió a demostrar por qué sigue siendo el Metal God. Tocaron todo lo que esperábamos y más: “You’ve Got Another Thing Comin’”, “Breaking the Law”, “Painkiller”, “Hell Bent for Leather”… pero también joyas como “Saints in Hell”, “Diamonds & Rust” y “Heading Out to the Highway”.
Antes del cierre, un momento peculiar: en las pantallas apareció una imagen con el Papa Francisco y Lionel Messi, que generó risas y desconcierto por igual. Halford, sin embargo, cerró con un mensaje emotivo y un deseo de pronta recuperación para Klaus Meine, dejando en claro el espíritu de hermandad que reina en el metal.
Con la frase “The Priest Will Be Back” en las pantallas, y esperando que se haga realidad lo mas pronto posible, el Master of Rock 2025 cerró como lo que fue: una jornada intensa, épica y conmovedora. Un festival donde la historia se escribió en tiempo real y que difícilmente será olvidado.
Agradecemos a Vicky Roa, a Ake Music por darnos la posibilidad de cubrir el evento.
PH: Gonzalo Soutric