HARAKIRI FOR THE SKY: cuando la melancolía devora la carne
Por primera vez en nuestro país, los austríacos HARAKIRI FOR THE SKY desataron su tormenta emocional el 9 de noviembre en El Teatrito, en una noche que rozó lo hipnótico. Un viaje a lo más profundo del post-black metal, donde el dolor y la belleza se fundieron en un mismo cuerpo sonoro.
El ritual comenzó con RHAUG, una promesa del progressive black metal nacional.
Con su disco homónimo como estandarte, desplegaron un muro sonoro de precisión quirúrgica y atmósferas heladas, donde las orquestaciones se entrelazan con los blast beats y las guitarras filosas.
Hubo un momento de tensión —una cuerda rota—, pero el grupo respondió con temple y sangre fría: mientras Leandro cambiaba la cuerda, el resto siguió como si nada, sosteniendo el pulso oscuro sin perder la intensidad.
Desde los primeros acordes de “Heal Me” y “Fire, Walk With Me”, el público fue arrastrado por una corriente emocional imposible de resistir.
HARAKIRI FOR THE SKY sonó implacable, melancólica y brutal, con un set que recorrió lo más profundo de su discografía, incluyendo su más reciente obra Scorched Earth.
El viaje continuó con “With Autumn I’ll Surrender”, “Funeral Dreams”, “You Are the Scars”, “Without You I’m Just a Sad Song”, “Sing for the Damage We’ve Done”, “Homecoming: Denied!” y “Keep Me Longing”, dejando apenas afuera “Lungs Filled With Water”.
El carisma de J.J. trascendió cualquier límite: se lanzó dos veces al público para cantar entre la gente, convirtiendo el show en un acto de comunión y desahogo.
En su voz y en cada acorde, se siente el peso del mundo: rabia, melancolía, sueños rotos y una furia contenida que estalla sin pedir permiso.
Cada miembro de la banda mostró un dominio técnico apabullante, pero lo que verdaderamente golpeó fue la honestidad con la que defienden su arte.
HARAKIRI FOR THE SKY ofreció mucho más que un recital: fue un descenso al abismo, un espejo donde el dolor se vuelve hermoso y la oscuridad encuentra su propio resplandor.
Una noche donde el post-black metal se sintió vivo, humano y devastador.
Agradecemos a Icarus Music – Marcela Scorca
PH: Gonzalo Soutric









