Pestilence y Cancer en Buenos Aires: dos leyendas del death metal cara a cara

Miércoles a la noche, laburo terminado, mochilas al hombro y a rajar para El Teatrito. La fila de remeras negras ya avisaba que se venía algo grande: dos históricos del death metal europeo, Cancer y Pestilence, descargando pura mugre sonora en pleno Buenos Aires.

La cosa arrancó con Muerte Violenta y Razgos calentando el ambiente. Pegaron fuerte, sin vueltas, poniendo a tono al público para lo que se venía.

Primero subieron los británicos de Cancer. Con John Walker al frente y una formación que todavía tiene para rato, arrancaron con todo. Se mandaron clásicos de la vieja escuela: “Death Shall Rise”, “Into the Acid”, “Corrosive” y “C.F.C.”. El público los acompañó como si estuviera en los 90, agitando y cantando cada tema.

Eso sí, no todo fue color de rosas: pedalera rota, volumen bajísimo y un pitido insoportable en la voz que arruinaba un poco la atmósfera. Igual se la bancaron, demostraron oficio y cerraron un set que, a pesar de los baches, fue una patada directa al pecho.

Después vino Pestilence y ahí cambió todo. Desde el primer acorde sonaron como un tanque: sonido perfecto, potencia al palo y cero problemas técnicos. Patrick Mameli y compañía no dejaron respiro. Metieron de todo: la violencia vieja de Consuming Impulse y Testimony of the Ancients, el golpe de Resurrection Macabre y hasta material fresco de Exitivm.

Mameli estuvo impecable en la voz y la guitarra, moviéndose con tranquilidad pero transmitiendo autoridad absoluta. La banda toda ajustada, precisa, sin pifiar un solo riff, y el público entregado al pogo y a la destrucción.

Si Cancer dio una clase de vieja escuela, Pestilence directamente pasó por arriba. Un show demoledor, técnico, limpio y brutal, de esos que te dejan con zumbidos en los oídos y sonrisa en la cara.

El Teatrito se volvió templo del death metal por una noche. Salimos todos medio sordos, transpirados y felices. Dos leyendas demostraron que todavía tienen cuerda y que el death metal, lejos de ser nostalgia, sigue más vivo que nunca.

Agradecemos a Icarus Music y a Marcela Scorca

PH: Leandro Barrera