Dark Angel en Buenos Aires: thrash, caos y destrucción en Uniclub

El viernes 21 de marzo, Uniclub se convirtió en un campo de batalla. Sí, la cita era originalmente en el Teatro Flores, pero en el último momento se mudó a un espacio más pequeño, lo que solo significó una cosa: el caos sería aún más intenso. La convocatoria no fue la mejor, quizás por la catarata de shows internacionales o porque la crisis no perdona, pero a los que estuvimos ahí no nos importó. Lo que se vivió esa noche fue puro thrash sin filtros, sin concesiones, sin frenos.

La noche arrancó con Zarkas, que subió con retraso pero no escatimó en velocidad y riffs filosos. Con el respaldo de Jorge Moreno (ex Serpentor) –padre de uno de los guitarristas–, dejaron en claro que el under sigue bien afilado. Los técnicos de sonido no perdieron tiempo, y enseguida Frantic salió disparado como un tren sin frenos. Su thrash ultraveloz pegó de lleno en el pecho de los que ya estaban con ganas de romperse la cabeza. Precisión quirúrgica, agresividad y una energía desbordante marcaron su presentación. Después llegó Manifiesto, y la palabra “brutalidad” quedó chica para definir lo que hicieron. Con Jorge Almada al frente, la banda descargó una tormenta de velocidad y virtuosismo que dejó al público gritando por más. El pogo tomó dimensiones serias, y más de uno salió de ahí con las costillas resentidas. El cierre de la previa quedó en manos de Tungsteno, que en solo 30 minutos incendió Uniclub con su potencia arrolladora. El terreno ya estaba listo para el huracán Dark Angel.

A las 21:30, el infierno se desató. DARK ANGEL irrumpió en el escenario y desde el primer acorde de “Time Does Not Heal”, el caos se materializó en forma de riffs, pogos asesinos y un headbanging colectivo que parecía un terremoto. Ron Rinehart rugió como un demonio liberado, Gene Hoglan demolió los parches con la fuerza de un tanque y el resto de la banda nos arrastró en una avalancha de distorsión y violencia sonora.

Los clásicos se fueron sucediendo como una ráfaga de metralla: “The Burning of Sodom” nos hizo sentir el fuego en la piel, “We Have Arrived” fue un grito de guerra, y “Perish in Flames” terminó de borrar cualquier resquicio de cordura en el lugar.

Pero la sorpresa de la noche fueron los temas nuevos: “Extinction-Level Event” y “Circular Firing Squad” nos mostraron que Dark Angel no solo sigue vivo, sino que tiene más rabia que nunca. Y el público lo entendió a la perfección: no hubo respiro, no hubo descanso, solo thrash en estado puro.

Los cuellos terminaron destruidos, los oídos zumbando y el aire cargado de sudor y cerveza. Aquellos que decidieron no ir, se lo perdieron. Lo que pasó en Uniclub esa noche no fue un simple recital: fue una masacre sónica, una lección de thrash, un recuerdo imborrable de pura violencia musical.

Agradecemos a Icarus Music y a Marcela Scorca.
PH: Gonzalo Soutric